De 1945 al período de la Postguerra Fría, Estados Unidos ha jugado un rol hegemónico en el mundo, con su poder económico, político y militar (Cameron 2009). Este es el llamado período del American Century’ o Siglo Estadounidense,[1] frase acuñada por Henry Robinson Luce. Este país ha afianzado su liderazgo promoviendo sus principios, agrupados en el liberalismo político y económico. No obstante, Jeffrey Sachs (2020) sostiene que el Siglo Estadounidense se ha cerrado -entre otras cosas- con el ascenso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, acentuando aún más su decadencia en un escenario que apuesta cada vez más a la multipolaridad.
Francis Fukuyama (1992) plantea que, con la desintegración de la Unión Soviética y la derrota del comunismo, Estados Unidos, con su liberalismo, se erigiría como la única superpotencia en el mundo y, por lo tanto, no tendría fuerza alguna ni ideología que adversara su capitalismo democrático. En cierto modo ha sido así. Sin embargo, ya varios politólogos han venido observando...
La legislación también establece excepciones a los derechos exclusivos y recursos legales en caso de infracción. Siempre partiendo que se trata de ‘una creación intelectual propia de su autor
El derecho de la propiedad intelectual es una de las ramas más armonizadas del derecho negativo (que incluye aquellos derechos que protegen al titular de la acción de terceros) y tiene una gran influencia internacional[1] porque se fundamenta en varios tratados internacionales.
La necesidad de proteger la propiedad intelectual surgió mucho antes inclusive de la era de los tratados internacionales, hay autores que ubican sus orígenes en la antigua Grecia[2] y, en la era moderna, particularmente el derecho de autor tiene sus origines en la perfección de la imprenta y posterior impresión de la Biblia por Juan de Gutenberg, en 1452[3]. Sin embargo, el sistema de protección de la propiedad intelectual no se fortaleció hasta la aprobación y ratificación de varios instrumentos internacionales.
Nos referimos, entre otros, al Convenio de París para la Protección de la...
“Sports have the power to change the world. It has the power to inspire, the power to unite people in a
way that little else does. It speaks to youth in a language they understand. Sports can create hope,
where there was once only despair. It is more powerful than governments in breaking down racial
barriers. It laughs in the face of all types of discrimination. Sport is the game of lovers.”
(Nelson Mandela, Laureus Sports World Awards, 2000)