El “derecho de autor”, es definido por la Organización Mundial para la Propiedad Intelectual (OMPI) cómo los derechos de los creadores sobre sus obras literarias y artísticas. Las obras que se prestan a la protección por derecho de autor van desde los libros, la música, la pintura, la escultura y las películas hasta los programas informáticos, las bases de datos, los anuncios publicitarios, los mapas y los dibujos técnicos’.
A la luz del Convenio de Berna de 1971, ratificado en el Acuerdo sobre los ADPIC y el World Copyright Treaty (WCT), a los autores les son conferidos una serie de prerrogativas, de modo que, estos tienen el exclusivo derecho para determinar cómo, cuándo y quiénes pueden utilizar o explotar comercialmente sus obras.
Para que el autor o titular de la obra pueda disfrutar de la exclusividad de dichos derechos, es necesario cumplir con ciertas condiciones, entre ellas:
La obra debe estar fijada en un medio tangible, y debe ser original. Es decir, un producto...
“Otra razón [moral] para proteger la propiedad intelectual es que sería injusto que otros pudieran beneficiarse del tiempo, el trabajo y los gastos del creador, si fuera posible simplemente copiar nuevos productos de propiedad intelectual sin miedo a las represalias "[1].
El derecho de la propiedad intelectual es una de las ramas más armonizadas del derecho negativo (que incluye aquellos derechos que protegen al titular de la acción de terceros) y tiene una gran influencia internacional[2] porque se fundamenta en varios tratados internacionales.
Nos referimos, entre otros, al Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial, de Marzo de 1883, el Convenio de Berna para la Protección de Obras Literarias y Artísticas de 1886. Más recientemente, con el auge de la era digital, el Tratado de la OMPI sobre Derecho de Autor (WCT), en 1996 y finalmente al Acuerdo Sobre Aspectos de los Derechos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), que constituye el marco jurídico vigente.
La propiedad...
De 1945 al período de la Postguerra Fría, Estados Unidos ha jugado un rol hegemónico en el mundo, con su poder económico, político y militar (Cameron 2009). Este es el llamado período del American Century’ o Siglo Estadounidense,[1] frase acuñada por Henry Robinson Luce. Este país ha afianzado su liderazgo promoviendo sus principios, agrupados en el liberalismo político y económico. No obstante, Jeffrey Sachs (2020) sostiene que el Siglo Estadounidense se ha cerrado -entre otras cosas- con el ascenso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, acentuando aún más su decadencia en un escenario que apuesta cada vez más a la multipolaridad.
Francis Fukuyama (1992) plantea que, con la desintegración de la Unión Soviética y la derrota del comunismo, Estados Unidos, con su liberalismo, se erigiría como la única superpotencia en el mundo y, por lo tanto, no tendría fuerza alguna ni ideología que adversara su capitalismo democrático. En cierto modo ha sido así. Sin embargo, ya varios politólogos han venido observando...
La legislación también establece excepciones a los derechos exclusivos y recursos legales en caso de infracción. Siempre partiendo que se trata de ‘una creación intelectual propia de su autor
El derecho de la propiedad intelectual es una de las ramas más armonizadas del derecho negativo (que incluye aquellos derechos que protegen al titular de la acción de terceros) y tiene una gran influencia internacional[1] porque se fundamenta en varios tratados internacionales.
La necesidad de proteger la propiedad intelectual surgió mucho antes inclusive de la era de los tratados internacionales, hay autores que ubican sus orígenes en la antigua Grecia[2] y, en la era moderna, particularmente el derecho de autor tiene sus origines en la perfección de la imprenta y posterior impresión de la Biblia por Juan de Gutenberg, en 1452[3]. Sin embargo, el sistema de protección de la propiedad intelectual no se fortaleció hasta la aprobación y ratificación de varios instrumentos internacionales.
Nos referimos, entre otros, al Convenio de París para la Protección de la...
El deporte sigue siendo el camino: de Jackie Robinson, Tommy Smith & John Carlos a Colin Kaepernick[1]
Desde la óptica del Poder Blando o el Soft Power de Joseph Nye Jr., el deporte es uno de los mejores vehículos utilizados por gobiernos e individuos para promover sus intereses.
Soft Power o Poder blando: es la capacidad de una nación de obtener el resultado deseado a través de la atracción, particularmente a través de la atracción de su cultura, sus valores políticos y sus políticas internas y exteriores. (Nye, 2004).
En otros aspectos, el deporte es una herramienta para alcanzar la paz, el desarrollo y la justicia social. Sirva como ejemplo, la Copa Mundial de Rugby de 1995, organizada y ganada por Sudáfrica.[2] Desde donde, Nelson Mandela utilizando la palestra que le había otorgado el deporte, llamo a la unidad y la paz de una nación marcada por la segregación racial.
Hoy en día, los deportistas de alta competición se han convertido en figuras a emular dentro y...
Ante una crisis sanitaria, el Estado dominicano puede ordenar la emisión de licencias para la producción de medicamentos genéricos sin permiso previo de la farmacéutica propietaria de la patente.
¿Qué puede hacer el Estado dominicano si en el país existiera un medicamento patentado para curar el COVID-19?
El acceso a la salud pública es un derecho fundamental. Así lo indica el Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que reza que toda persona tiene derecho a salud y bienestar.
De igual manera, el artículo 27 de la misma Declaración establece que: ‘Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten[1].’
Por consiguiente, los gobiernos están en la obligación de garantizar el equilibrio entre acceso a la salud y, la protección de los derechos de la propiedad intelectual.
Con la entrada en vigor de la Organización Mundial...
“Sports have the power to change the world. It has the power to inspire, the power to unite people in a
way that little else does. It speaks to youth in a language they understand. Sports can create hope,
where there was once only despair. It is more powerful than governments in breaking down racial
barriers. It laughs in the face of all types of discrimination. Sport is the game of lovers.”
(Nelson Mandela, Laureus Sports World Awards, 2000)